No son pocas las personas a las que he escuchado decir a lo largo del tiempo cosas cómo «tener un negocio propio es muy complicado, así que mejor me busco un trabajo seguro»… En México este término se ha venido utilizando para referirse a empleos dentro de instituciones de gobierno o grandes empresas que se han mantenido operando a lo largo de muchos años.
Sin embargo, en los últimos años, estos supuestos «empleos seguros» han dejado de tan ser seguros. A partir de las reformas que se han venido implantando en el país – con la intención o el pretexto de elevar la productividad y la competitividad – millones de empleados han empezado a ver como las prestaciones de sus empleos están yendo a la baja. Personas que antes podían jubilarse a edades tempranas (después de trabajar 20 o 30 años) ahora deberán permanecer en esos puestos de trabajo durante 30 o 40 años.
Por supuesto, siempre han existido empleados en condiciones laborales mucho peores que los «trabajadores privilegiados de gobierno». En el mundo laboral privado son comunes los salarios mínimos que ganan las personas que trabajan en supermercados, negocios de comida rápida, etc. Este tipo de personas normalmente son cubiertas apenas por las prestaciones mínimas que exige la ley.
Ahora, tal parece que los gobiernos están decididos a emprender una batalla por eliminar a la clase media (esa que goza de ciertos privilegios por encima de los obreros y trabajadores de más bajo nivel). Las empresas de gobierno parecieran estar siendo encaminadas con rumbo a la privatización, y por supuesto, los empresarios privados exigen mayores niveles de eficiencia, productividad y por supuesto, utilidades. Y en la gran mayoría de los casos estos objetivos se logran a través de cualquier medio disponible, incluyendo bajas en los salarios y prestaciones de los trabajadores, e incluso recortes o despidos de personal.
Entonces, tal pareciera que ahora los llamados «empleos seguros» son una «especie en peligro de extinción», ¿o será que siempre se trató de un simple mito creado por la gente? Es probable que en adelante el paradigma de «lo seguro» cambie por algo como:
lo único seguro es que nada es seguro.
Y ya que este espacio no sólo tiene el propósito de hablar sobre lo que resulta obvio ni tampoco el de fungir como un mero sitio de crítica, creo que lo prudente sería entonces ofrecer un atisbo de solución.
¿Cuál sería entonces la solución para enfrentarse a la inseguridad?
Personalmente creo que la mejor manera de enfrentarse con la incertidumbre es simplemente aceptarla como algo real y actuar de manera consecuente. Este es por ejemplo un enfoque muy particular de los emprendedores.
Hace poco escuché algo que me pareció muy relevante: «Un emprendedor no es sólo una persona que intenta crear un negocio. Ser emprendedor es una forma de afrontar la vida». Un emprendedor convive con el riesgo como algo corriente y lo acepta como parte normal de la vida. Un emprendedor no puede asumir que las condiciones de hoy serán las mismas que existan mañana.
El trabajo de un emprendedor es aprender a solucionar problemas, no solo sacar las tareas del día a día. Y además este debe prepararse todos los días para resolver problemas cada vez más complejos. Por supuesto, la mayor fuente de aprendizaje del emprendedor es el mismo trabajo que realiza. Los emprendedores son personas flexibles que son capaces de adaptarse a diversas condiciones de todo tipo: económicas, sociales, políticas, etc. No son personas que pasan todo el día quejándose de lo injusta que es la vida o de lo deshonestas que son las otras personas. Ellos trabajan todos los días para intentar que las condiciones futuras sean al menos un poco mejor que las de ahora. Trabajan con la idea de que sus resultados sean acumulativos y complementarios antes que simples tareas dispersas.
Un emprendedor trabaja en la creación de sistemas que puedan funcionar y desarrollarse de forma más o menos autónoma, de manera que ellos puedan encargarse de otras cosas, incluyendo el desarrollo de otros sistemas, o el cuidado de su familia. Un emprendedor es una persona integral, que cuida su estado de salud física y mental, cuida sus relaciones sociales y su interacción con el medio ambiente. También suelen tener un alto sentido de contribución social.
El trabajo de un emprendedor puede ser abrumador, sin embargo este lo acepta con entusiasmo, e incluso puede volverse un tanto adicto a él. Ser emprendedor es una forma hasta cierto punto difícil de afrontar la vida pero al mismo tiempo muy interesante. Creo que no es posible trascender en la vida si no se cuenta con un espíritu de emprendedor.
Hasta aquí llegamos por ahora…
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