¿Porqué no podemos culpar a nuestros padres?
Muchas personas en algún momento de nuestras vidas hemos culpado a nuestros padres por sus errores, sus desgracias personales, su pobreza, su incapacidad para relacionarse con otros y en general por su infelicidad, algunas de estas personas pasan sus vidas con la creencia de que sus ascendientes familiares echaron a perder sus vidas y que hay poco o nada que ellos pueden hacer para mejorar de manera sustancial sus condiciones. Hay algunos otros que aparentemente superan esa etapa, sin embargo, lo único que hacen es cambiar de villano en la película de sus vidas y comienzan a culpar a sus parejas, compañeros de trabajo, amigos y a cualquier otra persona con la que conviven.
Víctimas de Víctimas
Responsabilizar a otros por nuestras propias vidas es a todas luces equivocado y completamente inútil. Según Louise Hay, autora del libro: Usted puede Sanar su Vida (You Can Heal your Life), las personas somos simplemente víctimas de víctimas. Es áltamente probable que nuestros padres hayan sido a su vez victimizados mediante tratos injustos por sus propios padres y ya que este fue el único modelo que aprendieron para relacionarse con sus hijos, lo terminaron aplicando con nosotros. Lo más grave sin embargo, es que si no nos hacemos perfectamente conscientes de este hecho, es muy probable que nosotros mismos terminemos cometiendo los mismos errores con nuestros propios hijos. La sugerencia de la autora para curar en parte las heridas provocadas por nuestros padres es enterarnos acerca de como fue la niñéz de nuestros padres como fue la convivencia con sus propios padres. Este conocimiento nos hará darnos cuenta de que ellos fueron tan víctimas como lo fuimos nosotros.
¿Quién es el responsable de tu vida?
Lo mismo ocurre con cualquier otra persona que nos hace o nos ha hecho la vida imposible en algún momento de nuestras vidas. Seguramente alguien más le está haciendo o le hizo la vida imposible. Enterarnos de este hecho nos otorga el poder para darnos cuenta de varias cosas: somos únicamente nosotros como adultos los responsables de nuestras vidas. No son nuestros padres ni nuestros abuelos, tampoco nuestros jefes en el trabajo ni nuestros colegas, no son nuestros amigos, no es el presidente del país ni los empresarios más ricos del planeta, ni siquiera nuestras esposas o esposos ni nuestros hijos. Por otro lado, las demás personas pueden dañar nuestra autoestima únicamente si nosotros se los permitimos.
Los únicos que podemos hacer cambios importantes para mejorar nuestras vidas (o para empeorarlas) somos nosotros, a través de nuestros pensamientos, nuestras acciones y decisiones.