La mayor parte de las cosas que comúnmente nos motivan para llevar a cabo diferentes tipos de proyectos, ya sea personales, profesionales y por supuesto de negocios, son los beneficios personales; por ejemplo un gran motivador para los emprendedores es el dinero y todos los beneficios que trae consigo. Con esto no pretendo decir que el dinero sea un motivador totalmente incorrecto, ya que si este es bien utilizado, puede contribuir a beneficiar a muchas personas y nos da la capacidad para hacer muchas cosas postivas. Por otro lado, es necesario contar con el dinero suficiente para asegurar nuestras necesidades básicas de salud, alimentación, vivienda, seguridad, educación, etc.
Sin embargo, a largo plazo, la obtención del dinero deseado en el común de los casos no traerá la sensación de autorrealización a nuestras vidas, y una vez conseguido este propósito, el motivador pierde gran parte de su efecto. Lo mismo pasa con otros motivadores que se basan únicamente en el beneficio personal. Además, el desarrollo espiritual queda relegado en segundo término respecto al desarrollo económico y profesional.
Una alternativa a lo anterior es la de basar algunos de nuestros proyectos más importantes en el servicio a los demás, es decir desarrollar proyectos centrados en el servicio. La gran ventaja de un centro basado en el servicio es que no necesariamente se requiere de grandes inversiones económicas para realizarlos, pero si grandes inversiones en sentimientos y deseos de ayuda por los demás. Los beneficios a largo plazo son también superiores, ya que este tipo de proyectos nos ayudarán a lograr el mayor desarrollo espiritual, la deseada sensación de autorrealización y un propósito elevado para nuestras vidas. En uno de sus artículos más recientes Steve Pavlina describe este tipo de motivación de manera muy adecuada.